2015 ha sido un año de cambios y transición para mi y mi familia. A principio de año tomamos la decisión meditada y aventurera de dejar España para trasladarnos a Escocia y aceptar una oferta de trabajo de la que es en este momento el estudio de desarrollo de juegos móviles más grande del país. Uno, hasta que pasa cierto tiempo y puede ver los hechos con perspectiva, no puede saber si la decisión tomada fue un acierto o no. Pero lo que si me dice la experiencia de haber vivido con anterioridad cambios de ciudad con mi familia es que las experiencias vividas y la gente que conocemos en el camino nos hacen crecer como personas. Tan sólo la experiencia de vivir una cultura diferente, unas costumbres, una forma de entender la vida o nueva gente a la que conocer diría que el cambio merece la pena. Y eso sin menospreciar el esfuerzo de realizar un traslado de toda una familia de 5 miembros con niños pequeños a otro país en un plazo de tiempo relativamente pequeño. No, no es fácil realizar la venta de muebles y objetos que no podíamos llevarnos con nosotros, empaquetar y enviar todo lo demás, diferentes papeleos, búsqueda de una vivienda en la que formar nuestro nuevo hogar, cambio de colegio, etc. Debo reconocer que esos meses fueron agotadores y que la despedida de la que fue para nosotros nuestra familia en El Masnou resultó muy triste. Y a todo esto continuo un viaje de varios días hasta que llegamos a destino y las gestiones posteriores que continuaron a nuestra llegada. Alguna de las cuales todavía no ha terminado por culpa de la conocida burocracia española que se extiende fuera de las fronteras de la piel de toro.
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