2015 ha sido un año de cambios y transición para mi y mi familia. A principio de año tomamos la decisión meditada y aventurera de dejar España para trasladarnos a Escocia y aceptar una oferta de trabajo de la que es en este momento el estudio de desarrollo de juegos móviles más grande del país. Uno, hasta que pasa cierto tiempo y puede ver los hechos con perspectiva, no puede saber si la decisión tomada fue un acierto o no. Pero lo que si me dice la experiencia de haber vivido con anterioridad cambios de ciudad con mi familia es que las experiencias vividas y la gente que conocemos en el camino nos hacen crecer como personas. Tan sólo la experiencia de vivir una cultura diferente, unas costumbres, una forma de entender la vida o nueva gente a la que conocer diría que el cambio merece la pena. Y eso sin menospreciar el esfuerzo de realizar un traslado de toda una familia de 5 miembros con niños pequeños a otro país en un plazo de tiempo relativamente pequeño. No, no es fácil realizar la venta de muebles y objetos que no podíamos llevarnos con nosotros, empaquetar y enviar todo lo demás, diferentes papeleos, búsqueda de una vivienda en la que formar nuestro nuevo hogar, cambio de colegio, etc. Debo reconocer que esos meses fueron agotadores y que la despedida de la que fue para nosotros nuestra familia en El Masnou resultó muy triste. Y a todo esto continuo un viaje de varios días hasta que llegamos a destino y las gestiones posteriores que continuaron a nuestra llegada. Alguna de las cuales todavía no ha terminado por culpa de la conocida burocracia española que se extiende fuera de las fronteras de la piel de toro.
Los motivos que propiciaron nuestra marcha han sido una búsqueda hacia adelante de diferentes ámbitos que hemos visto como se iban degradando en los últimos años en España en general y en el área de Barcelona en particular. Las desigualdades sociales, los recortes y deficiencias en servicios públicos imprescindibles como sanidad o educación, una corrupción política indecente o el auge del independentismo como fórmula para ocultar unos problemas mucho mas urgentes y reales para el conjunto de la sociedad.
Los cambios políticos sufridos en este último año a lo largo y ancho de la geografía española y vistos desde cierta distancia me resultan agridulces. Es alentador ver como ciertos cambios regeneradores se abren paso en determinados puntos, pero al mismo tiempo resulta decepcionante que estos cambios no se realicen con más fuerza o velocidad. Ver como el partido político que ha acabado con tantos y tantos derechos de la ciudadania en los últimos años, anteponiendo los intereses de los más poderosos por encima de los del resto de la ciudadania, los que están plagados de “casos aislados” de corrupción, hayan obtenido mayor número de votos que ningún otro partido resulta muy decepcionante. Ver en primera persona los estragos que realiza la máquina del fango en una importante parte de España me llena de tristeza y rabia a partes iguales. Ver a los que ahora piden acuerdos con otros cuando durante cuatro años han hecho valer sus ideas como la única valida pisando cualquier otra gracias a su mayoría absoluta resulta ridículo.
Por nuestra parte, ya nos hemos adaptado bastante a nuestra nueva vida y veo con más optimismo el futuro que hace una año, a pesar de que un ojo sigue mirando con preocupación a nuestra amada España a la que no sé si volveremos en un futuro cercano o lejano.
